SONRÍA. MAÑANA PUEDE SER PEOR

No se puede saber cuál es la profundidad de un charco hasta que no se ha metido el pie en él, aunque, en ocasiones, el hombre comprueba esa profundidad, tropieza con la verdad, pero evita caerse y sigue adelante.

La ley de Murphy estableció originalmente que “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Gattuso hizo extensiva la ley y proclamó: “nada es tan malo que no pueda empeorar”. Luego vino la Paradoja de Siverman: “si la Ley de Murphy tiene que salir mal, saldrá mal”. Y finalmente hubo un corolario: “si una serie de sucesos puede salir mal, saldrá mal en la peor secuencia posible”.

En el caso español, dicha ley, con todas sus extensiones, paradojas y corolarios, se cumple a rajatabla.

En 2008, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, nos dijo que no había crisis, sino un proceso de recesión económica para el que España estaba suficientemente preparado. “Nada es tan malo que no pueda empeorar”. Cierto. ¿Podía empeorar aquella situación descrita por Zapatero?. ¡Sí, ha ocurrido!, derivando en la peor crisis económica desde los años 80. Por cierto, ¿alguien ha caído en la cuenta que esta es la primera gran crisis económica global del siglo XXI?.

Todos los presidentes de la democracia española, hasta ahora, han tenido su huelga general. Zapatero, en un lado de la balanca, se ha empecinado durante el tránsito por lo peor del desierto de la crisis en tratar de evitar su huelga. No debió caer el presidente en que, cuando las cosas se dejan a su aire, suelen ir de mal en peor.

En el otro lado de la balanza, aparecen los sindicatos, que tampoco han caído en que cualquier solución suele entrañar nuevos problemas. Sin haber sentenciado, ya han anunciado recurso. Es decir, sin acabar a examinar a fondo el texto de la reforma laboral del Gobierno ya han anunciado una huelga general, probablemente para el 29 de septiembre.

Podríamos aplicar diversas leyes, teorías, aforismos, paradojas, comentarios o corolarios a la decisión de los principales sindicatos españoles. Una de ellas es que “nada es tan fácil como parece”. Sin saber aún el alcance de la reforma laboral impulsan una huelga general cuyos efectos se posponen para después del verano y como anticipo de unas elecciones autonómicas en Catalunya. ¿Se habrán aliado las fuerzas sindicales con los opositores al Tripatit catalán (PSC+ERC+IC-V) para fastidiarlos?.

También podríamos aplicar a los sindicatos aquel aforismo de Aristótoles que decía: “siempre se debe preferir el imposible probable al posible improbable?. Es decir, que, por mucho que se empeñen, ni entendemos la oportunidad de una huelga general pues el ciudadano, el trabajador no está para perder ni un euro más y tampoco la fecha escogida.

De esta manera, y con la patronal enrocada en su idea de despedir más barato y recuperar beneficios cuanto antes, recurrimos a Ehrman quien, primero, dijo: “las cosas empeoran antes de mejorar”. Luego se preguntó: “¿quién dijo que las cosas mejorarían?.

Estos días, entre el asunto de la reforma laboral y los planes de ajuste, observamos cómo siempre es más fácil hacerlo de la forma más difícil. Dijo el presidente de la Generalitat, José Montilla, a los trabajadores públicos catalanes que la decisión que había tomado no era fácil porque la medida no era fácil. A reglón seguido, su consjera de Trabajo, Mar Serna, también hizo ver a los trabajadores públicos que la medida de reducir los sueldos, quizá, “era la más difícil de tomar”. Los empleados y los sindicatos le han respondido que optaron por la medida más fácil, es decir la que más afecta a los trabajadores.

Ya lo dijo Freeman sobre el Teorema de Ginsberg: “cualquier filosofía importante que intente dar un sentido a la vida se fundamenta en la negación de una parte del Teorema de Ginsberg. Por ejemplo: 1. el capitalismo se fundamenta en la suposición de que usted puede ganar / 2. el socialismo se fundamenta en la suposición de que puede empatar / 3. el misticismo se fundamente en la suposición de que puede abandonar el juego. A esta tercera opción se ven ahora abocadas las clases media y trabajadora, que van camino de convertirse en las clases pobres y aún más pobres.

Siempre hemos sostenido, aunque hay quien no comparte nuestra opinión, que el sentido común es el más común de los sentidos y, por desgracia, en España, el menos aplicado. Por qué será que en este país siempre que se menciona algo buena, desaparece, y, si es malo, sucede. Por qué maldita razón parecemos abonados a la Ley de Murphy, desde los asuntos domésticos más triviales a los asuntos de Estado más trascendentales.

De esta manera, se cumple punto por punto decenas y centenares de corolarios y comentarios a la ley de Murphy que nos hemos entretenido en leer. Decía Boob en su ley que “las cosas siempre se encuentran en el último sitio en que se mira”. Habrán buscado Gobierno, sindicatos y patronal la solución más acertada donde debían buscarla o simplemente no han buscado.

O será como los Fenómenos Telefónicos de Frank, que si tenía lápiz, no tenía papel. Y cuando tenía papel no tenía lápiz. Y cuando tuvo las dos cosas, nadie le dejó un recado.

Inesperadamente, casi siempre suele triunfar en estos casos la Ley de Park sobre primas de seguros e impuestos: “todo lo que sube, permanece arriba”. Y al final, como creía Bobby, la confusión no sólo reina, también gobierna. Y lo peor es la posibilidad de que se cumpla el corolario de Farndick del quinto corolario: “después de que las cosas hayan ido de mal en peor, el ciclo se repetirá”, aunque por el momento preferimos aferrarnos a las Leyes de Langsam: “todo depende. Nada es eterno. Todo pasa algunas veces”.

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